Criminal...
Solo sabía que tenía que llegar.
Por algo te había llamado y no podía quedar como una mentirosa. Simplemente no podía quedar como una niña que se asusta ante el primer juego.
Dijiste que me esperarías.
En ese momento todo se me dio vuelta.
Sabía que quería estar contigo, pero ¿era el momento?
Me puse bajo el agua de la ducha. Sentía tu presencia en cada espacio.
Comencé a vestirme. Busque todos los detalles. Cree a la puta con la que tanto te gusta jugar.
El rojo cremoso se deslizaba por mi boca. El negro por mis parpados y el perfume jugaba a resbalarse por mi cuello.
Antes de salir a la calle respiro profundo por última vez y siento como mi pecho impide que entre el aire de vuelta.
Camino decidida hasta el colectivo que me acerca a tu casa.
Me miro en el espejo retrovisor del auto.
Necesito un cigarro en mi boca para bajar la ansiedad.
Las calles se me hacen eternas.
Ya estoy en frente de tu departamento. Tomo el valor que no tengo y comienzo a subir las escaleras.
Llego al tercer piso.
Golpeo.
La puerta esta entre abierta.
La luz tiene un aire a otoño que me entrega calma y misterio. La penumbra hace que mi excitación aumente a cada paso.
Comienza a sonar “it’s a fire” de Portishead.
En la mesa de centro hay una hoja. La tomo. Dice “date la vuelta”
Estas ahí. La luz no deja distinguir muy bien, pero se que traes copas en las manos.
Me saludas con esa voz que a llevado que hoy este acá al frente tuyo.
Me entregas la copa. Es pisco sour, sabes y se que me hace pésimo, pero lo bebo igual.
No hay mucho dialogo. Me quitas la copa de las manos, me abrazas. Yo solo tiemblo. Notas lo nerviosa que estoy y con esa risita hermosa me dices: “Niña...”. antes de que pudiera alegar me tapas la boca con un beso.
Las lenguas sincronizan un baile el liguero ritmo de la música que nos acompaña.
Mi respiración y mis latidos se agitan aun más al sentir tus manos ansiosas por encontrar mis pechos que ruegan salir de esa prisión. Me tomas entre tus brazos y me llevas al sillon rojo que nos cobijara por vez definitiva. Sacas mi ropa y el fuego de tu aliento va dándole a mi piel el calor que en algún momento creyó nunca mas iba a disfrutar.
Recuerdos, culpas y placeres se me pasan por la mente en los momentos en que solo nos cubren unas pocas prendas.
Puede que no te ame y que tú jamás me ames, pero que dulce resulta paliar nuestra soledad con nuestro calor.
De abajo arriba, de un lado para el otro. Mi lengua persigue a la tuya cuando te regalo mi espalda. Escapan golpes y estímulos que jamás había sentido. Me regalas perversión y cariño de una sola vez. De pronto con un beso robas mi alma. Me la muestras a la distancia y caigo destruida a tu pecho resbaloso de tanto sudor.
Solo sonríes. Me paro y comienzo a tomar las cosas para ir al baño y luego marcharme, no espero mucho más.
Tomas mi mano y pides que te espere. Se pone de pie y me acompaña. El baño por primera vez siento el cariño después del calor. No lo quiero creer. Pero soy tan débil.
Me pides que me quede un poco mas, que nos hagamos cariño. No me encaja, no calza, pero me quedo.
Fumamos y comemos.
Me abrazas y el sillón rojo nos hace compañía hasta las primeras luces del otro día.
Buenos días día, bienvenido sexo y amistad. Amistad con calor. Calor con cariño. Cariño delicado. Bienvenida a la otra etapa.